Los Falifos
Desde el amanecer del siglo XIV existen documentos sobre una organización religiosa, creada en torno al Santuario de Nuestra Señora de la Carballeda, que se venera en Rionegro del Puente, (Zamora). Dicha organización de siempre es conocida con el chocante y característico título de Cofradía de los Falifos. Así lo atestigua la bula del Papa Clemente VI (1342-1352), expedida desde Aviñón en el primer año de su Pontificado, para confirmar gracias y privilegios otorgados por varios de sus predecesores.
La expresión “falifo”, - dejemos para los estudiosos las opiniones sobre la etimología- es palabra latina, árabe o galaico-portuguesa, sonando a piel de cordero, pellica o capa. El concepto real lo precisa como prenda de vestir usada, la de mejor atavío: capa aguadera, casaca, jubón, manteo, pellica…, que el (o la) Cofrade legaba, y sus herederos entregaban “post mortem” a la Cofradía para ser vendido en pública subasta.
De siempre, la entrega del “falifo” ha sido la única obligación real del (o la) Cofrade a cambio de derechos y beneficios espirituales que se consignan en los Estatutos. La defensa del falifo como derecho peculiar de nuestra Cofradía se ventiló en pleitos con otras cofradías, fallando el Tribunal Diocesano de Astorga a favor del Santuario de la Carballeda. En apelación, el Tribunal Eclesiástico más alto, o Sagrada Congregación del Concilio de Trento, en 8 de Junio de 1726, sancionó que, el “falifo” es derecho propio y exclusivo de nuestra Cofradía en un radio de 50 leguas a la redonda del Santuario, es decir en una circunferencia con radio de 278 Km., se prohibe establecerlo o se manda suprimirlo a otras cofradías. Desde 1949, un decreto diocesano del Sr. Obispo de Astorga, sustituye la prenda, por su valor aproximado en dinero. En el régimen actual esa limosna la puede entregar en vida el (o la) propio/a cofrade.
Refiere la tradición el milagro realizado por la Virgen a favor de un puñado de peregrinos hacia el sepulcro de Santiago de Compostela, cuando el río Negro puso en serio apuro y riesgo, la vida de aquellos romeros. El aluvión de peregrinos motivó que, en un determinado momento de época medieval, se reunieran los párrocos, alcaldes, procuradores y otros eclesiásticos de las comarcas de Carballeda, Sanabria, Vidriales y Cabrera y así acordaron proclamar a la Virgen como patrona de dichos contornos, que posteriormente se agrandarían hasta Galicia, tierras de León y algunas provincias de Portugal.
La Cofradía instaurada comenzó a regirse por usos y costumbres inmemoriales hasta que en 1680 el Obispo diocesano aprobó unos estatutos presentados por la Cofradía. Los siguientes fueron aprobados por el Rey Carlos III en 1787 tras dos años de suspensión e incertidumbre para la vida de la Cofradía, porque los anteriores no se ajustaban a la Novísima Recopilación. Informes del Obispo de Astorga, del Intendente de León, del Alcalde de La Bañeza, de la Real Sociedad de Amigos del País y de tres Fiscales y el relato de los niños expósitos, fueron decisivos para la aprobación de los Estatutos por Carlos III.
El patrimonio de la Cofradía, además del falifo, poseía innumerables fincas, foros, donaciones, alcazabas… vasallaje sobre Villar de Farfón, por lo que el Abad ejercía jurisdicción civil y criminal, despachando a un vecino el título de Alcalde mayor y justicia ordinaria. Al ser la Cofradía una institución eminentemente social, organizaba y distribuía rentas, proporcionaba la dote para el matrimonio a doncellas pobres, dirigía asilos y hospitales (en la Bula de Eugenio IV se mencionan 30 hospitales y 35 puentes), mejoraba caminos, calzadas y puentes, cuidaba y educaba niños expósitos, que el sacristán recogía de las dos cunas de piedra que aún hoy se conservan a ambos lados del atrio del Santuario.
Mirar estas cunas era una obligación diaria y la primera de la mañana del sacristán para entregar los niños a los dos capellanes que atendían el Santuario. Los capellanes confiaban estos niños a mujeres lactantes del contorno para que los cuidasen hasta los 7 años. Siete Papas, desde Eugenio IV, escribieron 13 bulas para reconocer, aprobar y bendecir la Cofradía con gracias y privilegios. Así consta en el considerable montón de libros, legajos y carpetas que dan razón de las bulas, propiedades inmobiliarias, listas de cofrades, notas de pago para la crianza de los niños expósitos, apeos, censos, foros, ejecutorias de pleitos, cuentas, vasallajes, etc. Pero con la legislación desamortizadora, iniciada por Mendizábal, seguida por Madoz en 1855, y consumada totalmente a principios del siglo XX, causó la decadencia de la Cofradía, despojada de sus rentas y propiedades. La carencia de patrimonio impidió el cumplimiento de los fines benéficos-sociales. Si añadimos el ambiente materialista y secularizador, también los fines estrictamente espirituales acusaron la decadencia.
Añorando el glorioso pasado de la Cofradía, una comisión gestora redactó los actuales estatutos, con aprobación diocesana en 1992, en los que se establecen como fines los de índole religiosa: alabanza a Dios, culto público a la Virgen, santificación de los cofrades, misas por dichos cofrades, sufragios por los difuntos… lo que es característico de una asociación, no de una fundación. El título actual, que se entrega al cofrade, se ha adaptado a nuestra época. El Cabildo, compuesto aproximadamente por 22 miembros (12 sacerdotes y 10 seglares) elige al Juez-Presidente, Abad, Mayordomo/a y Secretario/a, para periodos de cinco años, pero no elige al Capellán, que es por naturaleza el Párroco de Rionegro del Puente.
La exuberante trayectoria histórica de nuestra Cofradía, hay que situarla como una de las más antiguas de España, que siempre ha estado asentada en el Santuario del siglo XVI – al que precedió una ermita con torre e imagen de Nuestra Señora de la Carballeda, reiteradamente modificada, que puede pertenecer al siglo XIII.
Miguel Santiago Prieto. (Ex presidente de la Cofradía)
La Cofradía de los "Falifos" de Rionegro del Puente